Dicen los historiadores que
cuando el príncipe regente Juan VI de Portugal vino a Brasil huyendo de las
tropas de Napoleón tuvo que apoyarse en la clase adinerada de Río de Janeiro
para sufragar los gastos de la Corona. A cambio del apoyo D. Juan repartía generosamente
cargos y nombramientos que se representaban físicamente mediante insignias. Los
cariocas, poco acostumbrados a vivir en una corte, sorprendían a los
extranjeros usando las medallas y condecoraciones cada vez que salían a la
calle.
Así estoy yo, cargado de
insignias pedeperas y sin saber qué
hacer con ellas, si exhibirlas o guardarlas como un bien muy preciado.
Para ser sincero, la
zanahoria de las insignias no me ha llevado a participar más. Teníamos otras
zanahorias: las evaluaciones, las puntuaciones de los compañeros, el
certificado… Pero creo que los que hemos llegado al final lo hemos hecho
intentando alcanzar la zanahoria interna que nos había puesto nuestra
motivación. Las insignias tampoco han estorbado, todo sea dicho. Creo que
cuando se quiere conseguir o aprender algo la motivación externa ni ayuda, ni
entorpece.
Y para eso estábamos
aquí: para aprender; de los expertos de Edinumen y unos de otros. Yo quería
saber cómo hacer mis clases más relevantes, dinámicas, variadas y efectivas. Poco
a poco nuestros guías del PDP nos llevaron por los vericuetos de la metodología
comunicativa experiencial. Paso a paso (aconsejo pinchar en la primera imagen y después desplazarse con las flechas o con las miniaturas que aparecen abajo):
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